martes, 23 de febrero de 2010

El odio - Por EDUARDO ALIBERTI (Pagina 12)


Sí, el tema de estas líneas es el odio. Planteado así, de manera tan seca y contundente, quizás y ante todo deba reconocerse que es más propio de cientistas sociales que de un simple periodista u opinólogo. Pero, precisamente porque uno es esto último, registra que su razonamiento respecto del clima político y social de la Argentina desemboca en algo que ya excede a la mera observación periodística.

Hay –es probable– una única cosa con la que muy difícilmente no nos pongamos todos de acuerdo, si se parte de una básica honestidad intelectual. Con cuantos méritos y deficiencias quieran reconocérsele e imputarle, desde 2003 el kirchnerismo reintrodujo el valor de la política, como ámbito en el que decidir la economía y como herramienta para poner en discusión los dogmas impuestos por el neoliberalismo. Ambos dispositivos habían desaparecido casi desde el mismo comienzo del menemismo, continuaron evaporados durante la gestión de la Alianza y, obviamente, el interregno del Padrino no estaba en actitud ni aptitud para alterarlos. Fueron trece años o más (si se toman los últimos del gobierno de Alfonsín, cuando quedó al arbitrio de las “fuerzas del mercado”) de un vaciamiento político portentoso. El país fue rematado bajo las leyes del Consenso de Washington y la rata, con una audacia que es menester admitirle, se limitó a aplicar el ordenamiento que, por cierto, estaba en línea con la corriente mundial. También de la mano con algunos aires de cambio en ese estándar, y así se concediera que no quedaba otra chance tras la devastación, la etapa arrancada hace siete años volvió a familiarizarnos con algunos de los significados que se creían prehistóricos: intervención del Estado en la economía a efectos de ciertas reparaciones sociales; apuesta al mercado interno como motor o batería de los negocios; reactivación industrial; firmeza en las relaciones con varios de los núcleos duros del establishment. Y a esa suma hay que agregar algo a lo cual, como adelanto de alguna hipótesis, parecería que debe dársele una relevancia enorme. Son las acciones y gestos en el escenario definido como estrictamente político, desde un lugar de recategorización simbólica: impulso de los juicios a los genocidas; transformación de la Corte Suprema; enfriamiento subrayado con la cúpula de la Iglesia Católica; Madres y Abuelas resaltadas como orgullo nacional y entrando a la Casa Rosada antes que los CEO de las multinacionales; militancia de los ’70 en posiciones de poder. En definitiva, y –para ampliar– aun cuando se otorgara que este bagaje provino de circunstancias de época, sobreactuaciones, conciencia culposa o cuanto quisiera argüirse para restarles cualidades a sus ejecutores, nadie, con sinceridad, puede refutar que se trató de un “reingreso” de la política. Las grandes patronales de la economía ya no eran lo único habilitado para decir y mandar. Hasta acá llegamos. Adelante de esta coincidencia que a derecha e izquierda podría presumirse generalizada, no hay ninguna otra. Se pudre todo. Pero se pudre de dos formas diferentes. Una que podría considerarse “natural”. Y otra que es el motivo de nuestros desvelos. O bien, de una ratificación que no quisiéramos encontrar.

La primera nace en el entendimiento de la política como un espacio de disputa de intereses y necesidades de clase y sector. Por lo tanto, es un terreno de conflicto permanente, que ondula entre la crispación y la tranquilidad relativa según sean el volumen y la calidad de los actores que forcejean. Este Gobierno, está claro, afectó algunos intereses muy importantes. Seguramente menos que los aspirables desde una perspectiva de izquierda clásica, pero eso no invalida lo anterior. Tres de esos enfrentamientos en particular, debido al tamaño de los bandos conmovidos, representan un quiebre fatal en el modo con que la clase dominante visualiza al oficialismo. Las retenciones agropecuarias, la reestatización del sistema jubilatorio y la ley de medios audiovisuales. Ese combo aunó la furia. Una mano en el bolsillo del “campo”; otra en uno de los negociados públicos más espeluznantes que sobrevivían de los ’90, y otra en el del grupo comunicacional más grande del país, con el bonus track de haberle quitado la televisación del fútbol. De vuelta: no vienen al caso las motivaciones que el kirchnerismo tenga o haya tenido y no por no ser apasionante y hasta necesario discutirlas, sino porque no son aquí el objeto de estudio. Es irrebatible que ese trío de medidas –y algunas acompañantes– desató sobre el Gobierno el ataque más fanático de que se tenga memoria. Hay que retroceder hasta el segundo mandato de Perón, o al de Illia, para encontrar –tal vez– algo semejante. Potenciados por el papel aplastante que adquirieron, los medios de comunicación son un vehículo primordial de esa ira. El firmante confiesa que sólo la obligación profesional lo mueve a continuar prestando atención puntillosa a la mayoría de los diarios, programas radiofónicos, noticieros televisivos. No es ya una cuestión de intolerancia ideológica sino de repugnancia, literalmente, por la impudicia con que se tergiversa la información, con que se inventa, con que se apela a cualquier recurso, con que se bastardea a la actividad periodística hasta el punto de sentir vergüenza ajena. Todo abonado, claro está, por el hecho de que uno pertenece a este ambiente hace ya muchos años, y entonces conoce los bueyes y no puede creer, no quiere creer, que caigan tan bajo colegas que hasta ayer nomás abrevaban en el ideario de la rigurosidad profesional. Ni siquiera hablamos de que eran progresistas. La semana pasada se pudo leer que los K son susceptibles de ser comparados con Galtieri. Se pudo escuchar que hay olor a 2001. Hay un límite, carajo, para seguir afirmando lo que el interés del medio requiere. Gente de renombre, además, que no se va a quedar sin trabajo. Gente –no toda, desde ya– de la que uno sabe que no piensa políticamente lo que está diciendo, a menos que haya mentido toda su vida.

Sin embargo, más allá de estas disquisiciones, todavía estamos en el campo de batalla “natural” de la lucha política; es decir, aquel en el que la profundidad o percepción de unas medidas gubernamentales, y del tono oficialista en general, dividieron las aguas con virulencia. Son colisiones con saña entre factores de poder, los grandes medios forman parte implícita de la oposición (como alternativamente ocurre en casi todo el mundo) y no habría de qué asombrarse ni temer. Pero las cosas se complican cuando nos salimos de la esfera de esos tanques chocadores, y pasamos a lo que el convencionalismo denomina “la gente” común. Y específicamente la clase media, no sólo de Buenos Aires, cuyas vastas porciones –junto con muchas populares del conurbano bonaerense– fueron las que el 28-J produjeron la derrota electoral del kirchnerismo. ¿Hay sincronía entre la situación económica de los sectores medios y su bronca ya pareciera que crónica? Por fuera de la escalada inflacionaria de las últimas semanas, tanto en el repaso del total de la gestión como de la coyuntura, los números dan a favor. En cotejo con lo que ocurría en 2003, cuando calculado en ingresos de bolsillo pasó a ser pobre el 50 por ciento del país, o con las marquesinas de esta temporada veraniega, en la que se batieron todos los records de movimiento turístico y consumo, suena inconcebible que el grueso de la clase media pueda decir que está peor o que le va decididamente mal. Pero eso sería lo que en buena medida expresaron las urnas, y lo que en forma monotemática señalan los medios.

Veamos las graduaciones con que se manifiesta ese disconformismo. Porque podría conferirse la licencia de que, justamente por ir mejor las cosas en lo económico, la “gente” se permite atender otros aspectos en los que el oficialismo queda muy mal parado, o apto para las acusaciones. Ya se sabe: autoritarismo, sospechas de corrupción, desprecio por el consenso, ausencia de vocación federalista, capitalismo de amigotes y tanto más por el estilo. Nada distinto, sin ir más lejos, a lo que recién sobre su final se le endilgó a Menem y su harén de mafiosos. ¿Qué habrá sucedido para que, de aquel tiempo a hoy, y a escalas tan similares de bonanza económica real o presunta, éstos sean el Gobierno montonero, la puta guerrillera, la grasa que se enchastra de maquillaje, los blogs rebosantes de felicidad por la carótida de Kirchner, los ladrones de Santa Cruz, la degenerada que usa carteras de 5 mil dólares, la instalación mediática de que no llegan al 2011, el olor al 2001, el uso del avión presidencial para viajes particulares? ¿Cómo es que la avispa de uno sirvió para que se cagaran todos de la risa y las cirugías de la otra son el símbolo de a qué se dedica esta yegua mientras el campo se nos muere? ¿Cómo es que cuando perpetraron el desfalco de la jubilación privada nos habíamos alineado con la modernidad, y cuando se volvió al Estado es para que estos chorros sigan comprándose El Calafate? Pero sobre todo, ¿cómo es que todo eso lo dice tanta gente a la que en plata le va mejor?

Uno sospecharía principalmente de los medios. De sus maniobras. De que es un escenario que montan. Pues no. Por mucho que haya de eso, de lo que en verdad sospecha es de que el odio generado en las clases altas, por la afectación de algunos de sus símbolos intocables, ha reinstalado entre la media el temor de que todo se vaya al diablo y pueda perder algunas de las parcelas pequebú que se le terminaron yendo irremediablemente ahí, al diablo, cada vez que gobernaron los tipos a los que les hace el coro.

Debería ser increíble, pero más de 50 años después parece que volvió el “Viva el Cáncer” con que los antepasados de estos miserables festejaron la muerte de Eva.

domingo, 21 de febrero de 2010

Yo no dejo de alentar! por Ignacio Copani para todos los que apoyamos este gobierno.

Desde su sabiduría y su bajo tono siciliano, mi tío abuelo, José Copani, solía alentarme si visualizaba cierta desazón en mi proceder.

Vos no podés deprimirte, Ignacito, vos traés el linaje de quienes vienen de la ¨terra bruciata¨, decía. La tierra quemada por la lava del volcán Etna, que una y otra vez, por más devastadora que fuera su acción, ha visto renacer a cada aldea del chamuscado pie del monte.

En esos tiempos en que éramos tan felices que no nos dábamos cuenta, aquella desazón venía por el costado de no tener una chance de hacer conocer las canciones que escribía.

Una minucia para mi tío... Un drama para mí, que rebotaba en cuanta prueba me presentaba en una compañía discográfica o en una productora artística.

Mientras el ejecutivo de la empresa me recomendaba: ¨cantale al amor, pibe, que eso de Lo atamo´con alambre no va a funcionar...¨, mi tío insistía: ¨Si tenés una idea y creés en ella, no podés entregarla a los perros¨.

Me vienen a la cabeza esos dichos del tío José, ahora que el desaliento se ha instalado en el ánimo de tantos compañeros... y en el mío.

Desaliento por pensar que se derrumba el sueño de estar por primera vez en un proyecto que apunta a concretar las mejores ideas de igualdad y justicia que anidaban en nosotros.

Desaliento alentado por la indiferencia y la ignorancia, o en el mejor de los casos por la FIACA intelectual de una buena porción de nuestra comunidad que se siente a gusto siendo domesticada por los gigantes medios de comunicación, que más que ¨medios¨, hoy son ¨enteros¨ responsables de la mediocridad y de las chiquitísimas expectativas de de un alto porcentaje de mis vecinos de cara al futuro.

Qué nos diría el viejo tío siciliano???:

Vamos muchachos... Ustedes se jactan de haber sido parte o ser herederos de las mejores luchas populares de la Argentina... ¿Y van a arrugar por el resultado de una dividida elección de legisladores y concejeros escolares?

Dos años y medio faltan para apuntalar las ideas... o tirárselas a los perros.

Ojalá hubieran tenido dos años y medio más de aire nuestros mártires. Ojalá ese tiempo lo hubieran conseguido Eva en su agonía, el Che acorralado, o Luther King en su tribuna, o García Lorca o Dorrego, o John Lennon o los civiles de cualquier bombardeo.

En dos años y medio se puede construir una carrera, una maestría, una autopista, un estadio, un aeropuerto, un rascacielos, se salda un crédito y hasta un equipo que hoy juega en Primera C , puede llegar a la Copa Libertadores..

Dos años y medio es un tiempo suficiente para poner en evidencia y hasta en ridículo las huecas reflexiones de quienes en este momento se sienten en el podio y a los que les recordaría, no una frase de mi tío, sino una del gran arquero Chilavert: ¨Tú no has ganado nada¨.

jueves, 11 de febrero de 2010

DIARIO PERFIL - "PINOCHO" MORALES SE HACE MAS "FAMOSO"


Tildan a Gerardo Morales de "Pinocho"

Desde el kirchnerismo volvieron a apelar a un afiche, su herramienta política dilecta, para criticar a un integrante de la oposición

Desde el kirchnerismo volvieron a apelar a un afiche, su herramienta política dilecta, para criticar a un integrante de la oposición. Esta vez, le tocó al senador radical, Gerardo Morales, a quien los militantes oficialistas lo acusan de ser un "Pinocho", por su rol en el conflicto del Banco Central.

"Ahora dice 'cuidar' las reservas y estar preocupados por los salarios de los argentinos", dice el afiche, que apareció pegado en varias paredes del microcentro porteño. "Antes con De la Rúa contribuyó al vaciamiento del Banco Central y promovió descuentos del 13% a salarios de jubilados y trabajadores", remata, recordándole su pasado como funcionario del Gobienro de la Alianza. Y cierra con una pregunta: "¿Usted le cree algo a este personaje?".

El colorido afiche, que lleva la irónica firma del "Frente impositivo para la Victoria", muestra el rostro sonriente de Morales, con el siempre simpático Pinocho sentado en su hombro derecho y Pepe Grillo, con actitud regañadora, en el izquierdo. El mensaje es claro: lo tildan de mentiroso.

lunes, 8 de febrero de 2010

TRABAJADORES DE LA AFIP APOYAN LA CREACION DEL FONDO DEL BICENTENARIO


Los integrantes de la Mesa Directiva Nacional de la Asociación de Empleados Fiscales e Ingresos Públicos, hicieron una defensa de las políticas del Gobierno Nacional y básicamente de la " CREACION DEL LLAMADO FONDO DEL BICENTENARIO , ante lo que consideraron “un intento más de desestabilización económica, política y judicial , a través de la actual oposición, de esta nueva Unión Democrática que intentan fundar , oponiendose a todas y cada una de las medidas que proponga el Gobierno Nacional, sea cual fuere ”.

El Secretario de Prensa de AEFIP, Roberto GOMEZ coincidió con los referentes nacionales de la CGT en que "gracias a las políticas establecidas desde 2003 la Argentina pudo recuperar su devastada economía, reactivó el mercado interno y la obra pública y los obreros tenemos lo mas preciado y digno para realizarnos, nuestro trabajo y las paritarias para discutir y mejorar las condiciones laborales en forma permanente ”.

El Secretario de General de los Trabajadores Impositivos, Jorge BURGOS , advirtió sobre “ciertos personajes de la oposición que durante la crisis de 2000 - 2001 contribuyeron al vaciamiento del Banco Central con De La Rua y Cavallo, dejando sin Reservas al país”.

Recordó además que “los mismos que hoy dicen defender las arcas de la Nación, promovieron descuentos de Salarios a Trabajadores y Jubilados del 12 y 13 % y apoyaron el ajuste y la represión que luego de generar mas de 30 muertos , termino con la huida en helicóptero”.

En tanto que Roberto Gómez resaltó que, la creación del Fondo del Bicentenario, que tiene por objeto lograr mejores condiciones de acceso al crédito, orientándolo fundamentalmente hacia el trabajo y la producción de los argentinos, va a liberar al Estado Nacional, además , de la amenaza de los fondos buitres, que pretenden que paguemos sumas siderales por papeles que no lo valen y que ellos compraron en cifras mínimas; para ello cuentan ahora con la necesaria complicidad de funcionarios y dirigentes opositores que generaron precisamente esas deudas en el pasado, empresarios multimediáticos y hasta el llamado "partido judicial" de nuestro país .

"Esta decisión presidencial se encuadra claramente en la firme voluntad de desendeudamiento iniciada durante el gobierno de Néstor Kirchner y continuada por la actual gestión de Cristina Fernández de Kirchner", que hace que seamos mas independientes y dejemos de ser extorsionados por los centros internacionales de poder , finalizó.

viernes, 5 de febrero de 2010

DE NARVAEZ: ¿El Plan Colombia desembarca en Argentina ?


Julio Piumato(*) Por Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista
La derecha insiste en abortar el proceso nacional y popular que atraviesa la Argentina, en sintonía con lo que ocurre en varios países de América latina.


Uno de sus intentos pasa por desarticular la capacidad organizativa y política del partido de raigambre popular más importante del país, el peronismo, estafando su matriz ideológica con un candidato empresarial, contrario a los trabajadores. El Colorado viaja en taxi derechito a chocarse contra la pared.

En Latinoamérica, así se conoce al proyecto imperial de dominación continental que, so pretexto de combatir el narcotráfico que desangra a Colombia, comprende amplia presencia militar norteamericana, hechos de desestabilización política en toda la región, y múltiple ayuda, desde bélica hasta económica, al gobierno paramilitar de Alvaro Uribe por parte de los Estados Unidos.

Sus resultados devastadores, sin embargo, sólo se cuentan entre las fuerzas de insurgencia política y victimizan aún más a la castigada población civil, con miles de dirigentes sindicales asesinados.

Mientras el Plan Colombia se profundiza, el narcoterrorismo sigue financiando campañas políticas.

En la Argentina, el Plan Colombia es mucho más modesto. De entrecasa, digamos. Una parodia de aquél, aunque en el fondo ambos persigan el mismo objetivo político: acabar de una vez y para siempre con el proceso de integración regional, que ensaya respuestas concretas a la marginación que el neoliberalismo dejó sembrada como peste en estas tierras.

Su protagonista: Francisco de Narváez Steuer, un ridículo empresario polirrubro, de pelo colorado y enigmático tatoo en la yugular, torpe como un adoquín para las definiciones políticas y –atenti- vinculado a un sonado caso de tráfico de efedrina, un reactivo químico esencial para la producción de drogas sintéticas, además de la cocaína.

Sólo a un niño bien experto en derrochar su fortuna familiar, y que por última osadía se le ocurre actuar en política, se le puede escapar el furcio de defender abiertamente el golpe de Estado en Honduras, tan sólo 24 horas después de haber ganado una elección (aunque por escasísimo margen).

Ningún político de raza pisa el palito, y menos si es mientras disfruta las mieles del favor mediático, ambiente, el de los medios, que De Narváez debiera conocer hasta el detalle, debido a su ilegal participación en el capital accionario del multimedios América. Esa posesión lucrativa se encuentra expresamente prohibida para Diputados de la Nación, normativa que, sin embargo, El Colorado viola de modo alevoso.

Lo cierto es que aún contando con la opinión positiva de la mayoría de los opinadores masivos, entre ellos quienes lo entrevistaban aquella noche en el canal TN, propiedad del Grupo Clarín, el empresario devenido en político estrella de la oposición se dejó arrinconar por los conductores, y debió ceder una confesión políticamente incorrecta: su declaración de amor por el empresario que había derrocado ilegalmente a Manuel Zelaya, su colega Roberto Michetelli. Un típico error de principiante, incompatible para alguien que aspira a capitanear el peronismo.

Es que, aunque resulte difícil creerlo, De Narváez, argentino por opción pero colombiano de nacimiento, ha mostrado en las últimas semanas el deseo abierto de competir por la conducción del Partido Justicialista, para lanzarse, luego, a la carrera presidencial.

Seguramente se sienta entusiasmado con el triunfo electoral del candidato derechista en Chile, el acaudalado Sebastián Piñera, cuyo apego por el ridículo público lo asemeja, además de por la cantidad de bienes, a Mauricio Macri, el ex socio del colombiano.

El Colorado ha tenido el tupé de desafiar a Néstor Kirchner, y no contento con la nueva osadía, se ha declarado peronista. Caramba. El despedidor de trabajadores cuando controlaba Casa Tía, se proclama, ahora, “peronista”.

Mire usted. Hasta se anima a darle consejos a Hugo Moyano sobre sindicalismo y representación gremial. Quien alguna vez se jactó de haber echado a empleados que tenían 25 años de experiencia, liberándose de “todos, los buenos y los malos; desde los cajeros hasta las secretarias de los gerentes, personas que en el pasado habían dirigido la compañía”, declara ahora sentirse preocupado por el trabajo informal.

Peor: le reclama al jefe cegetista “modernizar” la representación sindical, justamente a quien ha logrado hitos para sus afiliados, como contar los trabajadores con el mas moderno sanatorio de America latina que contribuye a la mejor cobertura en salud, el más lujoso servicio hotelero en todo el país, mejores condiciones de trabajo y los sueldos más altos de entre toda la estructura salarial argentina.

Salvo que “modernizar” signifique “flexibilizar” es decir permitir que se arrasen con el trabajo y los demás derechos de los trabajadores.


Lo de Francisco de Narváez parece ser un nuevo intento del establishment económico por volver a usufructuar la estructura política y territorial del peronismo, clave para la representación popular y la construcción de poder real entre las bases sociales, tal como lo hicieran Carlos Menem y Eduardo Duhalde en la década del 90 y hasta 2003.

Sin el peronismo a su favor, saben, la derecha no podrá detener la profundización del modelo de país que se inició con el gobierno de Néstor Kirchner.

Ensaya, entonces, reflotar la experiencia neoliberal dentro del Justicialismo, como en las viejas épocas de oro de la UCD, cuando sus dirigentes cantaban sonrojados la Marcha Peronista, a cambio de implantar con la simbología nacional y popular el plan neoliberal, de devastación social, material y cultural más extraordinario que se tenga registro en la historia argentina, urdiendo al mismo tiempo el desfalco ideológico más brutal del que se tenga memoria, imposible de ser consumado sin el genocidio sufrido en el país durante la dictadura, que desarticuló las organizaciones sociales, sindicales y políticas más comprometidas con la defensa de los intereses populares.

No obstante, la rotunda respuesta del líder de la CGT, Hugo Moyano, indiscutiblemente el gremialista de mayor consenso entre las bases obreras, hace peligrar la intentona.

El camionero expresó que el “peronismo es de los laburantes” y se opone al “peronismo coqueto o paquete con que estos señores pretenden apoderarse”.

También, prometió “movilizar a todos los trabajadores que sean necesarios” para oponerse al empresario en caso de que decida presentarse a elecciones dentro de la interna partidaria y recordó que en el pasado “muchos sectores políticos nos arrebataron” el PJ, advirtiendo que quienes lo intentan ahora sólo se interesan por la estructura “para llegar al poder, y después hacen todo lo contrario a lo que dicen que se debería hacer desde el peronismo”.


A la oposición política de la mayoría de los miembros activos del peronismo a una eventual candidatura a un cargo Ejecutivo de De Narváez, ya sea en la gobernación bonaerense, o en la Casa Rosada, se le suma un impedimento legal: la mismísima Constitución Nacional, que en sus articulados exige que el Presidente y el Vicepresidente de la Nación hayan nacido en el territorio argentino, o, en el caso de haber nacido en el exterior, sean hijos de ciudadanos nativos, condición que no reúne el empresario, vástago natural de un colombiano y una checoslovaca.

Esa inhibición constitucional, sin embargo, puede ser revisada por la Justicia. Llegado el caso, el Máximo Tribunal del país puede declarar la inconstitucionalidad de la mismísima Constitución, y darle permiso a De Narváez de sacarse el gusto y probarse cómo le queda la banda presidencial cruzada sobre sus elegantes trajes de “alta gama”, como se dice ahora.

¿Le dará la Corte Suprema ese beneficio? ¿Observará lo que la ley máxima de la Nación reglamenta, o se rendirá ante los favores de la gruesa billetera del colombiano? Todo es posible en la Argentina del Partido de la Justicia, menos una cuestión: volver atrás en la Historia. Y, recuperación salarial mediante, la versión neoliberal del peronismo parece estar condenada a no volver a repetirse.

(*) La Comisión Política de la CNSP esta integrada por: Antonio Caló, Omar Viviani, Mario Manrique, Jorge Lobais, Domingo Moreira, Carlos Ríos, Nelson Farina, Horacio Ghillini, Omar Plaini, Juan C. Schmid y Julio Piumato

jueves, 4 de febrero de 2010

TRABAJADORES DE LA AFIP – DGI APOYAN LA DESIGNACIÓN DE MARCÓ DEL PONT PARA PRESIDIR EL BANCO CENTRAL



Con la firme convicción de que “las políticas económicas deben seguir el rumbo encarado por el Gobierno Nacional para continuar en el camino de la Justicia Social y la Redistribución de la Riqueza”, el Secretario General de AEFIP – CGT, Jorge Burgos, apoyó la designación de la Lic. Mercedes Marcó del Pont al frente del BANCO CENTRAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA.
En nombre de la Mesa Directiva del Sindicato de Trabajadores Impositivos, Burgos destacó la figura de la nueva Presidenta de la Autoridad Monetaria, cuya trayectoria y pensamiento se enmarcan en las bases de una economía justa y equitativa al servicio de la Nación.
Por su parte, el Secretario de Prensa del Gremio, Roberto Gómez felicitó a la nueva funcionaria y la alentó a “fortalecer el camino de una Argentina para todos, a través de la gestión de una economista de sólida formación con experiencia también en economía productiva, y además una especialista en el sector financiero”.
Ambos dirigentes gremiales coincidieron que la decisión presidencial, avanzará en el uso correcto de los recursos de un país en beneficio de los sectores trabajadores y productivos.