miércoles, 29 de julio de 2009
DIGAMOS BASTA A LA EXTORSIÓN DE LA JUNTA DE DESENLACE !!!
domingo, 26 de julio de 2009
EL FRENTE IMPOSITIVO PARA LA VICTORIA PRESENTE EN FERRO PARA APOYAR EL PROCESO PRODUCTIVO DE NESTOR Y CRISTINA
A 57 años de la muerte física de nuestra amada Evita, los compañeros del Frente Impositivo para
Del encuentro militante participaron distintas agrupaciones que adhirieron a la convocatoria del Movimiento Evita; como sectores de
En un marco de amplia pluralidad donde se sucedieron los discursos de los representantes de las distintas agrupaciones, Emilio Pérsico afirmó que, “el proyecto popular no se negocia, el proyecto se defiende” y además llamó a “reflexionar entre todos los integrantes de este espacio heterogéneo, para poder construir una trascendencia histórica que logre cambiar a
Por su parte, el representante del Frente Impositivo para
Finalmente cabe destacar que los compañeros y militantes presentes recordaron y coincidieron en las palabras de
jueves, 16 de julio de 2009
LOS TRABAJADORES IMPOSITIVOS NO RENUNCIAMOS A SEGUIR LUCHANDO POR EL MODELO DE PRODUCCION, TRABAJO Y MEJORES SALARIOS - TODOS JUNTO A LA CGT!!!
lunes, 13 de julio de 2009
El Colorado y su laberinto tributario - (Escrito por Alejandro Otero en el Diario SUR)
Es uno de esos reportajes que tal vez convenga guardar. Ilustra sobre el pensamiento del candidato del momento. El afortunado heredero de la Tía. El que hace de periodista (Jorge Fontevecchia, dueño de Perfil) hace algo poco frecuente hoy día. Repregunta. Bajo esa fuerza el entrevistado se hace ver. Hay un aspecto de ese devenir que ahora nos interesa: las implicancias fiscales de la situación patrimonial del entrevistado. En algún momento, Fontevecchia le dice, acaso extrañado, tal vez molesto, “este año yo pago más de bienes personales que usted”. El entrevistador no es uno más. Empresario de medios, acaudalado. Hombre que sabe de lides con el fisco, de esconder, de disimulos. Frente a su par de clase y conciente del tamaño de la fortuna que los separa, se extraña. No sabemos qué información tiene el entrevistador, si accedió a la declaración jurada o dispone de algunas cifras sobre el cumplimiento tributario del candidato. Pero deducimos, por las preguntas que hace, que algo no le cierra entre la fortuna del entrevistado y los impuestos que paga. Seguramente a partir del reportaje algún equipo de inspectores estará indagando la consistencia de las presentaciones impositivas de De Narváez. Aunque, sus dichos, en realidad, hablan más claramente del sistema tributario argentino que del buen o mal cumplimiento fiscal del candidato. ¿Cómo es eso? Veamos. La cuestión básica podría plantearse en los siguientes términos: ¿Es posible que un señor que recibió una fortuna de 160 millones de dólares, y conserva buena parte de ese activo, pague por el impuesto sobre los bienes personales, sin transgredir la ley, menos que otro no tan afortunado? O mejor aún, es posible que pague menos que un laburante medio que no posee más que una buena casa y un auto recientes? Contrariando la lógica corriente, la respuesta es sí. Es posible. Y el reportaje es una clara muestra de cómo lograrlo. Vamos a pasar por alto la llamativa información que el entrevistado brinda sobre el destino de sus millones y sobre como se convierten 160 millones de dólares en unos 80 millones de pesos. Claro. ¿Por qué no? Bien pudo gastarlos, dilapidarlos incluso, está en su derecho. Aunque no es lo más atinado para alguien que aspira a manejar el presupuesto de millones de argentinos, pudo sucederle. Es la vida.Vamos también a dejar correr las contradicciones y opacidades sobre las cifras de su fortuna que, en alguien que ha criticado tanto la dudosa bondad de las estadísticas del Indec, resulta jocoso. Monto de los activos del diputado menos confiable que el Indec. Titulo improbable, pero posible.
Argentina impositiva. En concreto, vamos a centrarnos en cómo es posible que semejante afortunado pague poco o nada por sus bienes personales. Sobre todo porque ha dicho (en TN, Palabras más Palabras menos) que está a favor de una reforma tributaria progresiva, que haga que más paguen quienes más tienen. Bien. Muy bien. Señor diputado, van algunas ideas por usted inspiradas. Veamos. Si el entrevistado tiene parte de su fortuna, tal como dice tener, en “25 o 30 compañías” serán ellas (y no él) quienes paguen el impuesto. Este efecto fragmentación del patrimonio personal conspira contra cualquier intento de progresivizar gravámenes, es decir lograr que paguen más quienes más tienen. También facilita el traslado vía costos planeados del impuesto hacia los consumidores de los bienes o servicios que esas firmas ofrecen. Y, como si esto fuera poco, las acciones de esas compañías generan dividendos, cuyo beneficiario Francisco, NO computará para liquidar el impuesto a las ganancias. ¿Cómo es eso? ¿Si usted cobra un salario medio alto le retienen el impuesto a las ganancias y si cobra dividendos no paga? Eso. Así lo manda la ley. ¿Lindo no? Pero hay más, supongamos que parte de su riqueza este señor la posee en depósitos a plazo y/o en títulos públicos. Bien, en esos casos por el impuesto sobre los bienes personales nada abonará, ni él ni nadie, porque tales bienes están exentos. Por eso dice bien el candidato cuando responde que pagar o no ya NO depende de si uno es más o menos rico, depende “de cómo está estructurado el patrimonio” ¡Je! Pero no es chiste y el reportaje sigue y, en algún momento, Francisco nos cuenta que “me desprendí a favor de mis hijos de parte de mi patrimonio y transferí... a mi estructura societaria una cantidad de mi patrimonio...”. Loable. Hasta la dictadura militar, ese acto, por sus implicancias obvias, quedaba alcanzado por el vulgarmente denominado impuesto a la herencia. Martínez de Hoz, el ministro de Economía de la dictadura, cuyo apellido luce en el salón principal del predio de la Rural que hoy administra Francisco (las vueltas de la vida), derogó el impuesto a la transmisión gratuita de bienes. Y pese a que la Nación o cualquier provincia (incluida la Ciudad) podría reponerlo, duerme el sueño de los justos. De tal dudosa suerte, por este movimiento patrimonial el candidato pagó nada al fisco. ¿Le parece suficiente estimado lector?, déjeme una última perla de nuestro sistema tributario. Aquella venta de Casa Tía, la que originó los 600 millones de dólares que Francisco dice le correspondieron 160, es muy probable que haya arrojado una utilidad. Esa utilidad, técnicamente hablando una renta de capital, milagro de nuestro sistema tributario, quedó exenta. Nuestro entrevistado, por ese beneficio, tampoco pagó al fisco. ¿Vio que se puede no pagar impuestos en la Argentina sin contrariar la Ley? Hay que ser rico.
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viernes, 10 de julio de 2009
La estrategia del Cambalache - (Publicado en El Argentino por Marcelo Koenig)
lunes, 6 de julio de 2009
DECLARACION MULTISECTORIAL - EN NECOCHEA - EN REPUDIO AL GOLPE EN HONDURAS
jueves, 2 de julio de 2009
“No son tiempos para sacar los pies del plato”- Por Juan manuel Abal Medina
La road movie de Juan Manuel Abal Medina tiene tres escenografías: la convulsionada Buenos Aires de los setenta, la embajada de México en suelo porteño –convertida en cárcel de lujo durante los seis años de dictadura–, y el Distrito Federal, la megaciudad que lo cobijó durante el último cuarto de siglo.
En el DF, Abal Medina lleva la vida de un abogado de cierto éxito, con oficina en el coqueto barrio de Polanco y enamorado de la media docena de museos esparcidos por los bosques de Chapultepec. Pero basta que le sirvan la primera de las seis tazas de café –descafeinado– para constatar que mantiene intacta la pasión que lo trajo hasta aquí: la política. “Disculpá, pero estoy en medio de dos elecciones, y el teléfono no para de sonar. Te juro que ya lo apago”, promete. Cumple a medias. Apaga uno de los dos aparatos y pone el otro en modo silencioso. En efecto, a lo largo de la entrevista, ese teléfono no cesará de vibrar.
El primer tramo de esa road movie fue vertiginoso. Formado en el nacionalismo tomista, a los 25 años conoció a Juan Domingo Perón y a los 27 ya era secretario general del Partido Justicialista. Fue el organizador del Operativo Retorno, que concluyó con el regreso de Perón en 1973, e impulsor de la medida que más irritó a los militares de la época: la liberación de los presos políticos. La mayoría de ellos eran miembros de la Tendencia Peronista de izquierda, sector que referenciaba a militantes de base y a los sectores radicalizados, como Montoneros, cuyo primer líder fue Fernando Abal Medina, hermano de Juan Manuel. Desde entonces, su apellido quedó grabado en el bronce de movimiento justicialista. Su palabra adquirió el peso específico de los que están dispuestos a protagonizar y, a la vez, dejar testimonio de su época. “El mundo está viviendo una transformación histórica, y la Argentina está frente a una inmejorable oportunidad: o se sube definitivamente al futuro de la justicia social o vuelve al pasado del despojo y la riqueza para pocos”, dice. Abal Medina aclara de antemano que él no es un observador imparcial. Respalda sin fisuras al gobierno K. Al fin y al cabo, le dedicó su vida a la “causa peronista” y “no son tiempos para sacar los pies del plato”.
–¿Por qué le adjudica un valor crucial a estas elecciones?
–A partir de la cuestión de la soja, una cantidad de fuerzas que estaban dormidas, pero que nunca perdieron su presencia y poder por estar vinculadas a los medios masivos de comunicación de la oligarquía, encontraron una veta para generar un enfrentamiento contra el Gobierno. A esto se suma una clase media porteña tradicionalmente propensa al gorilismo que se había abrazado al kirchnerismo como una forma de salir de la crisis. Cuando el peronismo la saca de la crisis vuelve a su vieja cosa gorila. A partir de allí se va generando esta polarización y va tomando el cariz de un enfrentamiento ideológico. Si algo faltaba para que esto fuera así, la reivindicación abierta que ha hecho toda la derecha gorila de las peores cosas de los noventa, y en algunos casos hasta de los setenta, hizo que una elección que debía ser de medio tiempo se convirtiera en una batalla abierta entre dos ideas y modelos de país.
–Pero Solá, Macri y De Narváez se dicen peronistas...
–Solá es peronista, pero por despecho y cuestiones personales ha ido a parar a una oposición gorila, donde además lo maltrata y lo subestima un señor que es inconcebible que tenga algo que ver con la política argentina, que es este De Narváez. Ese es un caso muy significativo: se trata de un señor que, basado en su poder económico, gastando dinero en cantidades inusuales para alguien que dice gastar su propio dinero, con problemas impositivos, y cuyo abogado defensor en una de sus empresas es también abogado de un conocido narcotraficante. De Narváez es un marginal de clase alta con el cual nadie serio se sentaría a la mesa y mucho menos le propondría que sea candidato a nada. La sociedad argentina no debería permitir que alguien así sea candidato. Esto lo digo con vehemencia porque conozco lo que pasa en un país cuando se deja que gente de esa catadura modal se involucre con la política. Sé lo que pasó aquí, en México, cuando se dejó que gentuza de ese tipo tuviera que ver con la política. El narco se mete. Y De Narváez es peor que un narco, es un amoral que con su dinero y su falta absoluta de ideas encontró cómodo sumarse con Macri, quien en definitiva es quien le pone las ideas.
–¿Y cuáles son esas ideas?
–Bueno, mucho no se conoce. Habrá que guiarse por lo que dice esa chica, (Gabriela) Michetti, que sostiene que lo de las privatizaciones es un debate agotado en el mundo, cuando en realidad es todo lo contrario. Por eso creo que es inaudito lo que estamos viviendo, porque todo el mundo va para el otro lado, y en la Argentina, de la mano de Macri y De Narváez, se quiere resucitar una Argentina del pasado. Lamento mucho que la hija de mi querido amigo Rucci se haya sumado a la lista encabezada por un personaje tan deleznable.
–¿Por qué cree que lo hizo?
–Quizá por cuestiones personales, quizá porque no se la trató bien, quién sabe... Que mi amigo Eduardo Amadeo esté en esa lista... Creo que estos compañeros van a volver, van a salir de eso que es el campo de la antinación para volver al peronismo.
–¿Entonces tiene razón Elisa Carrió cuando advierte que “después de las elecciones se van a juntar todos”?
–No, no, no. Con De Narváez no me junto ni a tomar un café. Con Macri no me juntaría en nada político. Pero la gente que se ha ido por temas circunstanciales seguro que va a volver.
–¿Incluye en esa lista a Pino Solanas, el candidato que parece cautivar al voto-moda de los porteños?
–Pino y Alcira Argumedo son grandes personas, grandes compañeros, pero se equivocan gravemente dividiendo el voto peronista. Porque acá lo que se plantea es justamente eso: si esta hubiese sido sólo una elección de medio tiempo, yo no habría dicho una sola palabra sobre Pino, o sobre Miguel (Bonasso), que es mi hermano de la vida y ahora está con Ibarra. Pero tal como se plantean hoy las cosas, donde gana o es derrotado el modelo del Gobierno, el ganador de esa eventual derrota es la derecha. Por eso me cuesta entender su postura.
–¿Qué hizo mal el Gobierno para distanciar a cuadros como Bonasso o ciertos movimientos sociales?
–Aunque no soy acrítico, en estas circunstancias no voy a enfatizar ningún error del Gobierno. Todo lo de este lado está bien, porque está tan mal lo del otro lado, es un espanto tan grande, que cualquier crítica que haga podría servir a los intereses de ese sector. Y estaría cayendo en el mismo error en el que caen estos compañeros. De todos modos insisto, los peronistas de verdad van a volver.
–La historia demuestra que el peronismo tiene algunas lealtades y muchas traiciones. ¿Qué le hace creer que los que se fueron no apuntalarán otro proyecto político a futuro?
–Mire... ¿qué es ser peronista? Una vez hablando con el general Perón coincidimos en que el peronismo, cuyos márgenes son muy amplios, es un eje llamado justicia social. Somos peronistas los que creemos en una sociedad igualitaria, y como tales nos hermanamos con una tradición histórica que nace en Artigas, que continúa en Rosas, la montoneras y por supuesto el general Perón. Por eso es que el diario La Nación, fundado por Bartolomé Mitre y heredero de la antipatria, está en contra. Es lógico y natural. Desde siempre ellos y nosotros estuvimos en lugares distintos. Ahora, que haya peronistas sumándose a eso, es absurdo.
–¿Cómo observa a la Argentina poselectoral?
–Con un peronismo reunificado, reorganizado, y un partido radical que, a pesar de sus problemas, sería injusto decir que su expresión histórica fue (Fernando) De la Rúa.
–¿Julio Cobos lo expresa?
–Cobos es un personaje un poco triste. Un señor que cambia un voto por lo que dice la hija es una figura demasiado menor. No me parece que tenga estatura histórica.
–Para los encuestadores es un fenómeno político. ¿Cuántos fenómenos políticos vio pasar en sus cuatro décadas de vida política?
–Muchas decenas. Al pobre Ezequiel Martínez se lo empujó como un gran candidato. Yo tuve que negociar cosas con él en dictadura, tenía debilidades evidentes, pero para La Nación era un genio. Otro señor, Chamizo, que hasta De Narváez debió haber tenido el récord de plata gastada en una campaña, también pasó sin pena ni gloria. Cobos está en esta línea, parece poca cosa.
–Antes hablaba de una disputa de modelos. ¿Cómo definiría al modelo K?
–Si tuviéramos esa respuesta seríamos candidatos al Nobel, porque este dilema se da en todos los gobiernos populares del planeta. Está claro que el mundo ha cambiado y busca nuevos paradigmas. Creo que habría que caracterizar los modelos por sus intenciones. Hay sectores que quieren avanzar en la justicia social, y hay sectores ultraoligárquicos que pretenden mantener vivo el neoliberalismo. El modelo que se aplica es hijo de estas intenciones. Ahora, en la Argentina pasa algo muy particular, porque la derecha presenta como nuevo algo que en el mundo se abandona por obsoleto. Fíjese lo que pasó con el tema de la soja. Los medios mintieron descaradamente y lograron que la clase media defendiera un modelo agrodependiente que incluso conspira contra sus propios intereses. Conozco bien el tema porque provengo de una familia de productores agropecuarios, que llegó a tener unas dos mil hectáreas en la zona núcleo y que quebró en los noventa. Pero no por culpa de la conducción del campo, que lo dirigía mi hermano, un agrónomo de primera. Quebramos por el programa económico de Menem y Cavallo, al igual que muchos de los que ahora se quejan porque quieren ganar más plata. Y de paso les hacen el juego a los medios, que aprovechan para exagerar y mentir en pos de sus objetivos comerciales.
–Kirchner se declaró en guerra con Clarín y sugirió que un sector de la prensa es un contrincante a vencer. ¿Coincide con esa postura?
–Cuando la libertad de prensa se confunde con la libertad de empresa, prima el deseo empresario de subordinar la voluntad política. No tengo problemas en que el partido antinacional tenga su periódico, como La Nación, pero que quede claro que ahí no se ejercita la libertad de prensa, sino que es el órgano partidario de ese sector.
–¿Habría que redefinir el concepto de libertad de prensa?
–Sin dudas, porque tal como hoy está considerada, la mentada libertad de prensa deforma la democracia. Sin ir más lejos, los medios imponen un candidato sólo porque tiene dinero, sin exigirle ninguna idea. Esa benevolencia, está claro, no es convicción política, sino conveniencia comercial. La sociedad debe tener mayor participación en los medios para evitar estos dislates.
–¿La sociedad o el Estado?
–El Estado debe tener sus medios, pero la participación de la sociedad es fundamental. Por eso hay que impulsar la ley de medios audiovisuales, que plantea una verdadera libertad de prensa. Porque hoy rige la negación de esa libertad. Que un periódico, como Clarín, pueda publicar la brutalidad que publicó respecto de una eventual salida anticipada del Gobierno, es una clara operación preelectoral que busca imponer una agenda sabiendo de antemano que es falsa. Al menos La Nación plantea sus ideas, nefastas, pero ideas al fin.
–¿Esos medios expresan al empresariado en general?
–A muchos sí, pero no a todos. Hay grandes empresas nacionales que acompañan este proyecto.
–¿Incluye a Techint en ese grupo?
–Sí, aunque es una mala coyuntura. Hay varios empresarios convencidos del proyecto nacional.
–Usted es amigo de Carlos Slim, considerado uno de los hombres más ricos del mundo. ¿Se puede ser millonario y tener conciencia social?
–Slim es un enorme generador de empleo serio, empleo con todas las prestaciones. Tiene cerca de 400 mil empleados. Pero además aporta cantidades enormes de dinero para el desarrollo social. De todos modos es consciente de que es hijo de un desarrollo económico que no debería darse de este modo. Pocos saben que la mayoría de los asesores económicos de Slim es gente de pensamiento de izquierda, entre ellos un gran secretario de Hacienda de México.
–La izquierda parece haber modificado aquella consigna que sostenía que la burguesía es el sujeto a vencer para pasar a ser el sujeto a convencer. ¿En qué etapa del proceso de convencimiento estamos?
–Estamos saliendo de una etapa terrible de la humanidad que fue el pensamiento único y el individualismo loco. Los resabios de eso es lo que ahora se está agrupando en facciones, como esos del Pro. Pero el desafío no se agota en desenmascararlos. También el Estado se está replanteando como institución, sabiendo que debe controlar y ser eficaz, como eliminar la idea de la política como carrera individual. Yo mismo soy un ejemplo de que la política no necesariamente debe ser una forma de ganarse la vida. Con mi historia y mis contactos no me costaría nada abrir puertas para grandes negocios. Pero no lo hago. Quizá porque pertenezco a una generación que abrazó la política con fines menos miserables que los que se ven ahora, en tipos como De Narváez. Espero que los peronistas comprendan que ese señor ni siquiera le dedicó jamás una reflexión a la justicia social. Para tipos como él, el mundo se divide entre consumidores, clientes y votantes. Para nosotros, son personas.
miércoles, 1 de julio de 2009
No me lloren, crezcan - Por Jorge Giles
La historia dice que Juan Domingo Perón falleció un día como hoy hace 35 años, el 1º de Julio de 1974.
Que fue General de la Nación y tres veces elegido Presidente de los argentinos por voluntad de su pueblo. Que recuperó la justicia social y la soberanía de los argentinos desde el día que los trabajadores le devolvieron a él la libertad, el 17 de Octubre de 1945. Desde entonces llamado, el Día de la Lealtad.
Sin embargo, pese al tiempo transcurrido desde su partida, todavía escuchamos en las barriadas populares un antiguo grito de bronca o de alegría, según cuadre la ocasión.
El “¡Viva Perón, carajo!” lo trae entero, en cuerpo y alma, al viejo Líder que aún no encuentra su merecido descanso en el cielo de los justos.
Será por que lo trae la memoria a cada rato, por que se aprende de él en cada nueva circunstancia, por que está vivo y en estos días vuelve para acompañarnos y decirnos, por ejemplo: “¿Muchachos, todavía no aprendieron que sólo la organización vence al tiempo?”
Esos trocitos de humanidad que son los pueblos cuando están dispersos, se vuelven a juntar de cuando en cuando y se llaman causa nacional y popular o el nombre que aconseje el lenguaje de la época.
Sucede cuando la gente se hace pueblo y despliega todas las alas para volar bien alto.
Así sucedió cuando se encontraron pueblo y líder en la histórica Plaza. Y fue un entrañable amor para siempre.
Es por eso que Perón les pertenece sólo a los trabajadores y a los jóvenes que lo vivan como si fuera cierto que no se ha ido nunca de aquí.
Es mentira que pertenece a todos por igual.
Perón es Perón por lo que hizo en vida, por la Patria Justa, Libre y Soberana, por las 20 Verdades, por “Patria sí, Colonia, no”, por el Modelo nacional, por Evita y los descamisados, por la Resistencia y por el “Luche y Vuelve” que lo trajo de regreso hasta su patria.
Un puñado de días antes de su partida final, advirtió que su único heredero era el pueblo y que él había regresado para trabajar por la liberación y no por la dependencia y que si no fuera así, mejor pasaba a cuarteles de invierno.
Estaba diciendo el 12 de junio de 1974 ante su pueblo, en la Plaza de Mayo, que no le interesaba durar por durar, estar por estar.
El pueblo inventó a Perón y sólo a él se debía.
“Llevo en mis oídos la más maravillosa música, que para mi, es la palabra del pueblo argentino”, saludó con los brazos en alto desde el balcón de la historia y ya no lo vimos más.
Nos estaba diciendo que se iba, y muchos no supimos entenderlo, o quizás sí, pero no queríamos aceptarlo en ese dolor que se venía al galope y que como dijo Walsh al día siguiente “en la conciencia de millones de hombres y mujeres la noticia tardará en volverse tolerable”
Aún no lo es.
Es quizás la tarea colectiva pendiente de quienes más allá de sus banderías partidarias, coinciden en la necesidad de profundizar un modelo de país que pueda juntar, como si fuera un ramo de “no me olvides”, el salario justo y el trabajo digno, la belleza de una obra cultural, la memoria histórica, la unidad latinoamericana, un Estado solidario al servicio del pueblo, repartir los panes y la riqueza como se viene intentando desde que salimos de la larga noche del neoliberalismo, allá por mayo del 2003.
Recordar a Perón hoy es estar junto a Honduras, nuestro hermano pueblo desangrado ante un nuevo manotazo mortal del fachismo oligárquico. Y es decirles “no pasarán” y acompañar como se pueda a la Presidenta de los argentinos en su ejemplo latinoamericanista.
Recordar hoy a Perón es no rendirnos encandilados ante las luces de neón de los neoliberales de guante blanco que vuelven por la revancha conservadora.
Recordar hoy a Perón es no perder la capacidad de vergüenza ni asombro al observar a los que rápidamente se anotaron como “mariscales”, cuando apenas lucen carné de aves rapaces. Y al que le quepa el sayo…
Recordar hoy a Perón no significa una poltrona acomodada, sino saber leer lo que pasó el domingo, escuchando las voces subterráneas de este pueblo cuando habla.
Será crecer, como pidió en su final.
Ese pueblo que vuelve a llorar a Perón en este día, sabe perdonar todo, menos la traición.
Honrarlo es recordar más que nunca, con Perón, que los pueblos que pierden la memoria, se condenan al olvido y los que se rinden y mimetizan con los poderosos, no merecen llamarse “compañeros”.