domingo, 17 de octubre de 2010

UN 17 DE OCTUBRE MONUMENTAL!!!! aefip estuvo presente!!! (DIARIO MIRADAS AL SUR)


Años de dominio oligárquico y corrupción política explotaron y se convirtieron en escombros un día en que los postergados fueron los protagonistas de la historia. Un día como hoy, el histórico 17 de octubre de 1945, los trabajadores fueron a Plaza de Mayo a exigir la libertad de Juan Domingo Perón. El mundo estaba sacudido por el fin de la Segunda Guerra y la Argentina vivía una transformación profunda. Unos meses antes, el 12 de julio, el dirigente sindical de origen socialista Ángel Borlenghi había conducido una movilización masiva en la que se coreaba “Perón presidente”. La clase obrera advertía que dentro del gobierno militar de entonces ya había sectores que preparaban el desplazamiento de aquel coronel que había abierto las puertas del gobierno a la chusma. A la convocatoria de Borlenghi vino de inmediato la réplica oligárquica: una perfumada “marcha de la libertad” recorrió, el 19 de septiembre, el centro de Buenos Aires y, en particular, el barrio de Recoleta.
El planteo militar para terminar con el hombre que había concentrado tres cargos –secretario de Trabajo y Previsión, ministro de Guerra y vicepresidente de la Nación- llegó de la mano del general Eduardo Ávalos, otro de los tantos altos jefes que acompañaron al GOU pero que no estaban dispuestos a que el poder mudara de manos. El 8 de octubre, cuando Perón cumplía 50 años, los complotados le pidieron al presidente de facto Edelmiro Farrell que desplazara a Perón. Éste, que sabía que su continuidad no dependía de manejos palaciegos, aceptó la remoción y concurrió, el 10 de octubre, a una concentración de trabajadores en la que reafirmó su compromiso en la lucha por profundizar las conquistas obreras. Al día siguiente, mientras la reacción conspiraba para evitar el ascenso de los descamisados, Perón y Eva Duarte dejaron el departamento de la calle Posadas donde vivían y fueron a un lugar donde no pudieran ubicarlos. De inmediato, Farrell ordenó que la policía diera con su paradero. Efectivamente lo detienen y lo trasladan, primero, a un buque de la Armada y luego a la Isla Martín García. El diario Crítica, el 13 de octubre, tituló sin rubor ni sentido de la historia: “Perón ya no constituye un peligro para el país”.
De inmediato, los azucareros tucumanos se declararon en huelga. La idea de abandonar el trabajo y ganar la calle empezó a correr como reguero de pólvora. La conducción de la CGT lanzó el paro nacional para el viernes 18. Pero todo se precipitó y el jueves 17 cambiaba la habitual fisonomía porteña. Desde el sur profundo, como pudieron, las masas obreras llegaron a la Casa Rosada para custodiar la vida de su líder. No querían enterarse por la prensa del régimen. En definitiva, sabían que eran los protagonistas de esa nueva etapa que se alumbraba en la Argentina. A las once de la noche, sin que nadie se moviera de su lugar en la Plaza, Perón pudo salir al balcón y los altoparlantes permitieron que cada uno de los presentes confirmara que empezaba lo nuevo. Eso fue el inicio del peronismo. La conjunción de un líder y un pueblo que se basó en la promoción efectiva de los derechos sociales. Así surgió la identidad de un movimiento político que salía de los cánones de las miradas eurocentristas de las transformaciones sociales en el siglo XX.
Tras aquella jornada del 17, el peronismo se impuso en las elecciones del 24 de febrero de 1946. Perón integró la fórmula con el radical correntino Hortensio Quijano. El socialista Borlenghi fue luego su ministro del Interior. En la arquitectura del justicialismo, la fuerza sindical y el partido político fueron dos pilares. Del mismo modo que su concepción frentista con otras identidades partidarias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario